Cómo hacen los pobres para sobrevivir
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¿Cómo es vivir en los márgenes? ¿Qué hacen quienes menos tienen para asegurarse una vivienda, alimentos, ropa? ¿Cómo lidian con la violencia –una amenaza literal a su sobrevivencia– que se vuelve probable en cuanto salen a la calle? ¿Cómo conviven con la política, que puede ser tanto fuente de soluciones como instrumento de abuso? ¿A qué se aferran para sostener incluso la esperanza de un futuro mejor?
Chela coordina un comedor comunitario en un asentamiento del Conurbano bonaerense al que cada día asisten unas cien personas para desayunar, almorzar y merendar. Junto con tres vecinas, se las arreglan para conseguir recursos del gobierno nacional, del municipio, de la iglesia y de donaciones privadas. "Vamos a salir adelante", dice, y sueña con poder servir milanesas algún día.
A Ernesto, cada tanto, un transa del barrio le da droga para que venda, y con lo que gana en una semana se pone al día con las deudas de la luz y el gas, compra comida y pañales. Susana y su marido consiguieron una casa por intermedio del puntero de la zona. Saben que ese puntero reparte planes y luego les cobra la mitad a quienes los reciben, pero reconocen que gracias a él –a las marchas que organiza, a sus contactos con el municipio– el barrio ya no se inunda más, hay una plaza y una escuela primaria.
Este libro revelador describe cómo los habitantes de la periferia urbana son expertos en combinar estrategias: recurren al trabajo formal e informal; cuentan con familiares, vecinos, punteros y funcionarios; suman la ayuda mutua, la asistencia estatal y hasta los emprendimientos ilícitos; fusionan la protesta en las calles con la participación en redes clientelares.
Ni héroes ni víctimas, los pobres se esfuerzan cada día por hacer rendir el dinero escaso, intentan proteger a chicos y adolescentes que en muchos casos siguen creciendo a la intemperie, desconfían de la política pero necesitan los recursos que ella les facilita. Estas páginas hacen así un aporte oportuno para evitar las expresiones –"planeros", "vagos", personas "sin cultura del trabajo y el esfuerzo"– que suelen aplicarse a quienes sobreviven en la periferia cuando se los mira, con comodidad y ligereza, desde el centro.