El viejo y el nuevo poder económico en la Argentina
Del siglo XIX a nuestros días
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Desde la conformación del Estado nacional a fines del siglo XIX hasta las noticias de ayer, la élite empresarial ha sido un actor central con un poder de veto determinante en la economía argentina. Por eso, analizar la cúpula de las grandes empresas en distintos momentos históricos es una perspectiva reveladora que ayuda a comprender las dificultades recurrentes del país para reducir sus niveles de dependencia y desigualdad.
Este libro ofrece una mirada de largo plazo sobre el poder económico de la Argentina con el foco puesto en la trayectoria de las grandes firmas de la economía real. En la rica tradición de los estudios de este campo, pero con aportes originales en los indicadores que utilizan y la historia que reconstruyen, los autores y las autoras parten de 1880 y llegan a las primeras décadas del siglo XXI repasando la composición, el comportamiento y el grado de influencia de la élite empresarial en el país.
Muestran, por ejemplo, que más allá de los cambios en sus integrantes, las grandes empresas han hecho jugar su influencia en su favor de maneras diversas: corridas cambiarias, subas de precios, reticencia inversora, obtención de prebendas y "colonización" de ciertos espacios del Estado. También dejan claro el lugar destacado del capital extranjero en el seno del poder económico local, sobre todo en aquellos sectores que en cada momento histórico impulsaron las mayores ganancias. Y reflexionan sobre la dificultad de calificar como "burguesía nacional" al empresariado local que, salvo excepciones, ha sido siempre más propenso a fugar divisas y a subordinarse al capital extranjero que a privilegiar el desarrollo genuino.
Este recorrido termina con un planteo tan urgente como problemático: si no hay duda de que los sectores nacionales y extranjeros del gran capital tienen el poder para bloquear cualquier intento de cambio que no los beneficie directamente, ¿es posible condicionarlos solo por la vía de la acumulación de poder político? ¿O es necesario, al mismo tiempo, transformar sus rasgos estructurales?