Se conservan media docena de piezas teatrales de Luis Belmonte Bermúdez; la más celebrada es
El diablo predicador, y mayor contrario amigo. Apareció como escrito anónimo por el desenfado y libertad de algunos caracteres, y solo tuvo problemas con la censura muchos años después. Sus contemporáneos vieron en ella una exaltación de la orden franciscana y de la práctica de la caridad, pero después se entendió como una crítica anticlerical a causa del gran personaje cómico del lego fray Antolín. En
El diablo predicador el demonio es castigado por San Miguel, a causa del hambre que hace pasar a una comunidad franciscana, a pedir limosna para ellos y el mismísimo diablo se transforma en predicador.